El dilema
Volví al bar, algo tarde ya, pero Tatu seguía ahí, en el mismo lugar que cuando me fui, solo que ahora no estaba bailando con aquellos chicos, sino que estaba con los amigos de Raúl (quien, para fortuna mía, se lo veía muy interesado en una de las amigas de Tatu).
En cuanto Tatu miró para donde yo estaba, levanté la mano para saludarla y asegurarme que ella viera que había regresado. Ni bien me vio, me hizo señas de que me acercara a donde estaba ella. Yo medio que me negué a la distancia pero, ante la insistencia, no tuve mas opción que acceder al pedido.
Para ese entonces ya se notaban los efectos del alcohol en Tatu. No lucía como su hermano, pero ciertamente no estaba sobria. De haberlo estado, supongo que no se me habría pegado de la forma en que lo hizo por el resto de la noche, ignorando casi por completo a los muchachos que minutos antes le estaban haciendo compañia.
A pesar de que no me gusta mucho bailar en público, esa noche no pude negarme. Ella estaba realmente desinhibida y creo que me lo contagió. Y con tanta des inhibición, comenzó a generárseme el dilema: ¿Debía o quería, yo, aprovecharme de las circunstancias?
Si bien sentí que las condiciones para besarla estaban dadas, me parecía que no era lo mejor. Por dos motivos:
- Ella estaba bajo los efectos del alcohol.
- Habrían varios testigos de que la besé…. ¡¡estando ella borracha!!
«¡¡Te aprovechaste de mi pobre y santa hermanita!!», exclamaría Hernán antes de clavarme la décimo cuarta puñalada en el pecho.
No la besé entonces, pero la pasamos muy bien igual. Tatu no solo es hermosa, sino que también es fresca, espontánea y tiene un gran sentido del humor. Entre los dos le sacamos el cuero a todos los que habitaban el bar, incluidos los conocidos y, por sobre todo, Raúl. Y así transcurrió lo que quedaba de la noche, mientras los invitados se iban yendo.
Cuando la luz del día asomaba, le insistí a Tatu para que nos fuéramos. Nos despedimos de los últimos invitados que quedaban (en pié) en el bar y nos fuimos muy risueños para casa. Una vez ahí, se generaron las condiciones.
Dobel, el estilo gotero me está volviendo loca.
Por favor, contá del besoooooooo
Es que tengo tan poco material, ultimamente, que lo divido así para que dure mas 😉
Saludos.
«… le insistí a Tatu para que nos fuéramos, Dobel.
Más que el «estilo gotero», a veces siento que usted está histeriqueando demasiado con la tal Tatu, hermano celoso o no.
El Profesor
Dicho así, suena mejor. Lo cambiaré. Gracias.
Es posible que esté histeriqueando demasiado, pero si es así, no lo hago a propósito. Al menos no concientemenrte.
Saludos.
Encima que te la transas es a metros de la cara de Hernan!!!!! yo hubiera preferido el bar, era mas excusable.
A metros, fisicamente hablando. Pero en alma, estaba a galaxias de distancia.
Saludos.
sos una ternurita!!
Jajajaj al final no era sólo Tatu la que jugaba al histeriqueo!
Y basta ya de este folletín en cuotas que no es una novela de Danielle Steel Dobel por Dios!
Creo que soy yo el histérico en esta historia. Pero como le dije al Profesor mas arriba, no lo hago a propósito.
Trataré de escribir hoy como siguió. No sea cosa que también me acusen de histeriquearle a los lectores del blog 😉
Saludos.
Ajá! así q sos un histérico! 😉
No se si soy un histérico. Creo que lo soy con Tatu, pero no por la histeria misma, sino por cautela y amor a mi vida. Creo.
Saludos.
ohhh!!!!!!lo único que me atrevo a decir es que eso de «no me gusta tatu para algo serio» parece que ya no corre… o si?
saludos
Sigo pensando lo mismo.
Saludos.
Oh, sí, asi puedo percibir el chisporroteo, la luz tenue, el perfume a leña y a entraña que sale cuando ¡METÉS LA MANO N’EL FUEGO! Me inquieta un poco el «Besé a Tatu» de posts anteriores y dosificados. A esta altura, creo que el verbo «Besé» es lo menos que se podría leer, y no sé si no es demasiado poco incluso.
Como sea, felicidades.
Es lo que hay, Roger. Es lo que hay.
Saludos.